miércoles, 3 de octubre de 2012

Entrevista



De ingeniero a sacerdote

SE. Monseñor  Silvio José Báez, obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua,  confeso a VOZ CATÓLICA que vivió un largo proceso de búsqueda y encuentro con Dios para convertirse en sacerdote.

Georgina Hidalgo

Monseñor Silvio José Báez Ortega nace un 28 de mayo de 1958 en Masaya, hijo de don Silvio Báez Tablada y doña Vilma Ortega Ramírez. Antes de ingresar al seminario estudio cuatro años Ingeniería Eléctrica en la Universidad Centroamericana (UCA) hasta que en 1979 ingresa a la Orden de los Carmelitas en Costa Rica, siendo ordenado sacerdote en el año 1985.El proceso de descubrimiento de su  vocación sacerdotal dura aproximadamente cuatro años, cuando realizaba sus estudios universitarios. “Nunca se me paso por la cabeza ser sacerdote” expresa. Su paso por el  Movimiento de Renovación Carismática dio inicio a su proceso de búsqueda de Dios: una experiencia intensa y personal de acercarse a Cristo.

“Hubo mucha resistencia personal para aceptar este camino de servicio a la Iglesia, el dejar a mi novia, a la cual quería mucho, mi carrera, mi familia, además de abandonar Nicaragua”. Fueron realidades que tenían un gran valor para la vida de monseñor los cuales tuvo que dejar para seguir el llamado de Dios.

Monseñor presenta una espiritualidad marcada por Dios a través de la oración, siendo un fiel servidor de Jesucristo, quien lo orienta, ánima y le da sentido a su vida, todo lo que hace es en función de Cristo y de su Iglesia, Dios define su vida de obispo y de ser humano.

TRAYECTORIA SACERDOTAL

Durante el tiempo que monseñor estuvo fuera del país ejerció una serie de cargos que lo ayudaron a crecer más espiritualmente, fue formador de los estudiantes de teología y filosofía en Guatemala. Asimismo fue Vicario Provincial de la Orden de los Carmelitas en Centroamérica. En Roma, se destacó como rector del Colegio Internacional de los Carmelitas por cuatro años, además colaboro como profesor ordinario de Sagradas Escritura en la Facultad de Teología de los Carmelitas en Roma (TERESIANUM).

Antes de ser nombrado obispo auxiliar de la arquidiócesis de Managua ejercía la función de vicerrector de la Facultad de Teología de los padres Carmelitas en Roma. Actualmente es el secretario general de la Conferencia Episcopal de Nicaragua (CEN) y rector de la Universidad Inmaculada Concepción de María (UCICAM).

 

El haber dejado la congregación de los Carmelitas le dio mucha tristeza e indignidad por abandonar un ministerio que  tiene un gran valor para él, pero volver a Nicaragua después de  casi treinta años, lo lleno de una profunda alegría saber que podría servir a su país, y acompañar a su pueblo en los momentos difíciles.

El alto jerarca hace un llamado a la población de Nicaragua “A no perder las esperanzas de vivir en una sociedad mejor, un cristiano no puede conformarse con un mundo en donde exista la maldad, la mentira, la soberbia, el odio, nunca se deben olvidar que Dios siempre estará con nosotros”. Sin duda alguna monseñor Báez ha sido una persona, que ha aportado mucho a la sociedad nicaragüense, es un obispo en comunión total con su pueblo.
 
EL SACERDOCIO: DON DE DIOS

Para monseñor Silvio el sacerdocio es un don que Dios le ha dado por medio de un llamado, el cual esta hecho en función de un servicio a la santa Iglesia católica, servicio en el cual es necesario “superar la tendencia de vivir para uno mismo y no para los demás, dejar el egoísmo de un lado, quitarnos de la mente la idea de hacer nada más que nuestra voluntad y sobre todo tenemos que hacer una entrega total al pueblo de Dios, velando por la ovejas encomendadas, pero siempre con la fe  en Dios hasta lo más difícil se puede alcanzar”.

Expresa que hay dos consejos muy importantes que deben tener presente los sacerdotes jóvenes: “Tienen que vivir su ministerio como personas apasionadas por Jesucristo y el Evangelio, además que  busquen ayuda en los sacerdotes mayores los cuales tienen más experiencias de  vivir consagradamente”.

A la misma vez lamenta mucho los casos de sacerdotes que han manchado la imagen de la Iglesia con actos inmorales. “Da dolor por las victimas que en muchos casos se ven afectadas psicológicamente, da dolor por las familias de la victimas, de igual manera es lamentable que las vocaciones de estos sacerdotes se vean manchadas y truncadas”.

“Es una realidad - continua - que representa un peligro para la Iglesia, cada caso es distinto no se puede juzgar, cada uno tiene su propia historia. Son caídas que lamentablemente están presente en algunos sacerdotes, que por motivos de debilidad se desencantan de el don de Dios que les dio”.

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